Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión conlleva sin duda una pérdida de privacidad, de tal modo que se produce un daño en la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública. El sentimiento de humillación y traición que implica puede provocar también la falta de confianza en futuras relaciones, además de problemas psicológicos como ansiedad y depresión.
La práctica del sexting influye en gran medida la etapa de despertar sexual en la que se encuentran.
Esta divulgación también puede acarrear consecuencias más complejas:
- Ciberbullying. Entendida como la humillación pública puede dar pie a conductas de acoso al protagonista, derivando en una situación de ciberacoso.
-Extorsión y chantaje. El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje, solicitando cualquier “recompensa” (económica o de otro tipo) a cambio de no difundirlo.
-Grooming. En los casos de acoso sexual o de acercamiento de adultos a menores con intenciones sexuales es habitual esta extorsión para exigir que se envíen más contenidos de carácter sexual, o incluso contacto sexual directo.
-Riesgos físicos. Estos contenidos pueden utilizarse por agresores para seleccionar a sus víctimas.
Sexting: Preven y evitalo
Sexting: No lo provoques
Sexting: No lo produzcas
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